Durante milenios, el aromático humo del incienso ha ascendido por el aire, uniendo simbólicamente los dominios material e inmaterial del ser con sus difusas y vaporosas volutas. Ha significado el fragante eros de esa conjunción en las ceremonias, la meditación y los ritos de culto.
En《Biblia》, se menciona repetidamente el incienso y su uso imprescindible, tal y como, “Suba mi oración delante de ti como el incienso, el don de mis manos como la ofrenda de la tarde”. También merece destacar que dos de los tres tesoros que los Reyes Magos llevaron al Niño Jesús eran incienso, emblema de su divinidad, y mirra, su futura muerte en la cruz. Así pues, el incienso y la mirra son gomorresinas de dos especies diferentes de una familia de plantas comunes. Ambas eran extraordinariamente apreciadas en la antigua Mesopotamia, África, Egipto, la India y China, para los rituales religiosos y la sanación.

En el famoso monte Sinái, Dios mandó a Moises mezclar incienso y mirra con especias y aceite de oliva para ungir y consagrar. Los antiguos egipcios usaban el incienso como antídoto de la cicuta y como ingrediente esencial en los cosméticos. La mirra, que es más suave que el incienso y tiene propiedades antisépticas y antiinflamatorias, era un ingrediente esencial en los misterios egipcios del embalsamamiento y la deificación de los muertos. Los soldados griegos llevaban mirra al campo de batalla como antiséptico para limpiar heridas y prevenir la infección. Su asociación a la muerta y la limpieza aparece en la Metamorfosis de Ovidio, donde Mirra, la doncella cuyo incestuoso amor por su padre generó a Adonis, se transforma en un árbol; la savia que exuda son sus lágrimas de arrepentimiento.
Las cualidades sensuales y sagradas del incienso han hecho de él un aspecto esencial de los ritos de culto en todo el mundo. En Mesoamérica se quema copal en los rituales domésticos y religiosos. En China, la quema de 香(Xiang) era parte de cultos ancestrales, y acompañaba a la escritura y la interpretación de música y otras actividades culturales. En el Día de Muertos mexicano, el humo del incienso guía a los espíritus a sus antiguos hogares. En las iglesias cristianas se hace uso ritual del incienso para la purificación. Su fragancia evoca la presencia de lo divino y los floridos jardines del paraíso. Acres humaredas rituales de incienso se elevaban sobre la efigie del babilonio Tammuz, el amado de Ishtar, a fin de despertarlo del sueño de la muerte para que la tierra pudiera regenerarse cada primavera. De forma similar, el fénix fabrica su nido con incienso y mirra para renacer entre su perfumado humo.

